Claves para entender el conflicto de Israel y Palestina

Claves para entender el conflicto de Israel y Palestina

Análisis del conflicto entre Israel y Palestina, sus causas, la violencia estructural y el impacto directo sobre la población civil.

El conflicto entre Israel y Palestina no puede entenderse sólo como un enfrentamiento político o territorial. Desde una perspectiva criminológica, se trata de un sistema complejo en el que convergen la violencia estructural, el terrorismo, la delincuencia organizada y la victimización masiva.

Hamas, nacido en 1987 durante la Primera Intifada, se presenta como movimiento político y social, pero su brazo armado —las Brigadas Izz ad-Din al-Qassam— desarrolla acciones que encajan en la definición de terrorismo internacional. Incluyen ataques deliberados contra civiles, lanzamiento indiscriminado de cohetes y uso de escudos humanos. Esta estructura híbrida combina elementos de organización criminal y de actor político, generando una legitimidad parcial en Gaza al mismo tiempo que perpetúa la violencia.

Por su parte, Israel ejerce una ocupación territorial que puede catalogarse como violencia estructural. Se manifiesta en bloqueos, expansión de asentamientos, segregación territorial y control de recursos básicos. Estos factores actúan como elementos criminógenos porque alimentan la radicalización y refuerzan la legitimación de los grupos armados. La represión militar, aunque concebida como una estrategia de prevención situacional, termina generando un ciclo de violencia en el que cada ataque fortalece la narrativa del enemigo.

Las principales víctimas son los civiles, tanto palestinos como israelíes. La victimología muestra una victimización continua que se transmite de generación en generación. Familias desplazadas, niños que crecen bajo bombardeos y comunidades sometidas al terror de los cohetes o a la represión militar. Este trauma colectivo mantiene vivo el conflicto y alimenta sentimientos de odio y revancha.

Desde la óptica del crimen organizado, Hamas puede analizarse como un grupo criminal híbrido. Ejerce control territorial, administra servicios sociales, recauda impuestos y mantiene redes de financiación internacionales. Estas características lo acercan más a una organización mafiosa que a un partido político tradicional. Sus fuentes de financiación, algunas vinculadas a donaciones y otras a economías ilícitas, se asemejan a dinámicas propias del blanqueo de capitales y de la economía criminal.

El fracaso de la comunidad internacional en imponer resoluciones vinculantes ha permitido que el conflicto se cronifique. Se perpetúa así un escenario donde ni Palestina puede consolidarse como Estado soberano ni Israel logra garantizar seguridad plena a su población. En este contexto, hablar de Palestina como “Estado fallido” resulta impreciso. Más bien se trata de un Estado inacabado y fragmentado, cuya viabilidad está obstaculizada por divisiones internas (Hamas vs. Fatah) y por condicionantes externos (ocupación, bloqueo y falta de reconocimiento internacional).

El conflicto entre Israel y Palestina no tiene un culpable único. Es el resultado de responsabilidades compartidas y de una violencia que se ha vuelto parte del día a día. No bastan más armas ni más muros. Lo que se necesita son cambios profundos, justicia real y reparación para las víctimas. Solo así podrá abrirse un camino hacia la paz.

#IsraelPalestina #ConflictoArmado #JusticiaYSeguridad

Referencias

García, Á. (2019). Delincuencia socioeconómica y programas de cumplimiento normativo. Universidad Internacional de Valencia

Garriga, D. (2020). Delincuencia organizada. Universidad Internacional de Valencia

Rotberg, R. I. (2004). When States Fail: Causes and Consequences. Princeton University Press.

Thieux, L., & Barreñada, I. (2019). La cuestión palestina. Dykinson.

 

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