El arte del postureo: Explorando el complejo de Eróstrato
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¿Vives para los likes o para ti mismo? Encuentra el equilibrio entre la percepción online y tu verdadera esencia.
Vivimos en una era donde el reconocimiento y la validación externa parecen ser más importantes que la autenticidad. La gente ya no busca ser, sino parecer. Y en este juego de apariencias, muchos terminan atrapados en una trampa que los aleja de cualquier satisfacción real.
El complejo de Eróstrato es el reflejo de esta obsesión: la necesidad enfermiza de destacar a cualquier precio, incluso cuando no hay nada sustancial detrás. Lo vemos en redes sociales, donde la vida perfecta es una fachada cuidadosamente construida para acumular “me gusta”. Pero también en la vida real, en aquellos que necesitan demostrar constantemente su éxito, su superioridad o su “exclusividad”, aunque en el fondo se sientan vacíos.
Este comportamiento no es nuevo. La historia de Eróstrato, el hombre que subió el templo de Artemisa solo para ser recordado, nos recuerda que hay quienes prefieren destruir antes que pasar desapercibidos. Lo mismo ocurre hoy con quienes están dispuestos a cualquier cosa con tal de captar la atención, incluso si eso implica manipular, traicionar o proyectar una imagen que no es real.
El problema es que vivir de la apariencia tiene un precio . La ansiedad por mantener una imagen irreal termina por desgastar. La búsqueda de aprobación externa se vuelve una adicción y, tarde o temprano, llega la frustración. Porque cuando la validación de los demás es lo único que sostiene la autoestima, el vacío nunca desaparece .
La solución no está en acumular seguidores, ni en ser el más ruidoso de la sala. Está en la autenticidad, en encontrar valor en lo que uno hace, no en cómo se ve. El verdadero reconocimiento viene del impacto real que dejamos en los demás, no de la cantidad de gente que nos observa.
No hay mares Eróstrato. No destruyas tu autenticidad por una fama vacía.
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