
RCP y AMBU: cuando el tiempo se mide en latidos
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Nos ha tocado lo que nadie quiere usar, pero todos deberían saber.
Hoy en clase hemos practicado RCP y el uso del AMBU. Y como todo entrenamiento necesita un voluntario, decidimos bautizar al maniquí como Ana. Pobre Ana. Ha recibido más compresiones torácicas que cualquier ser humano en toda su vida.
30 compresiones, 2 ventilaciones. Otra vez. Y otra. La clave es el ritmo, la presión justa, no frenar, no dudar. Porque cuando de verdad hace falta, cuando no es un muñeco de plástico sino una persona real, cada segundo cuenta.
Luego, el AMBU. Esa bolsa autoinflable que, bien usada, devuelve el aire donde ya no lo hay. Sellar la mascarilla, administrar el aire con control, coordinarse con el equipo. Parece fácil. Hasta que lo intentas y te das cuenta de que, sin técnica, la mitad del oxígeno se escapa.
Nos reímos, corregimos, repetimos. Pero en el fondo lo sabemos: fuera del aula, en un puerto, en un barco... esto no será un juego.
Y tú, ¿alguna vez has tenido que reaccionar en una emergencia real? ¿Cómo lo viviste?